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La rúbrica NO es un instrumento de evaluación

1 de abril de 2024

En la discusión bibliográfica sobre la rúbrica existe un interesante debate sobre si la rúbrica se considera un instrumento de evaluación o no.

En lo que sí que existe consenso es en que se trata de un instrumento entendido como una herramienta, pero, ¿una herramienta de evaluación?

Desde mi punto de vista y pese a lo polarizado del debate, la discusión aquí planteada parte de un enfoque erróneo que es confundir la evaluación con la calificación.

En el ámbito educativo, la calificación es una función derivada de la evaluación que consiste en emitir una valoración de carácter cualitativa o cuantitativa, según el caso, sobre el grado de desempeño alcanzado por el alumnado en relación a los aprendizajes a adquirir y que toma como referencia, en el caso de las enseñanzas de régimen general, los criterios de evaluación asociados a las competencias.

Ya trajimos aquí, en una publicación anterior, que el instrumento de evaluación es la herramienta que está asociada al procedimiento de evaluación. De tal modo que tenemos variados y diversos instrumentos de evaluación como las listas de control, las escalas de observación, las escalas de calificación, el registro anecdótico, las pruebas orales, los exámenes escritos, el cuaderno de clase, las pruebas específicas de habilidad o destreza según la disciplina educativa y los ejercicios diarios de clase, entre otros. Ahora bien, ¿es la rúbrica un instrumento de evaluación?

Desde mi punto de vista no, la rúbrica no es un instrumento de evaluación, sino un instrumento de calificación que utiliza el profesorado y que es susceptible de uso por parte del alumnado, para emitir un juicio de valor en forma de nota. Por consiguiente, la rúbrica es un instrumento de calificación en vez de un instrumento de evaluación, pese a que distintos autores y algunas Administraciones educativas consideren que se trata de un instrumento de evaluación.

Pongamos un ejemplo con lo que sucede con el médico que pretende comprobar si un paciente presenta problemas de tensión arterial. El instrumento de evaluación que utiliza el médico para recoger la información es un esfigmomanómetro digital que permite obtener la tensión arterial del paciente en milímetros de mercurio (mmHg). A partir del dato obtenido, el médico, como especialista, emite una calificación conforme a una rúbrica (niveles de verificación) que, según la Sociedad Española de la Hipertensión arterial (SEH), se sitúa en los niveles siguientes: normal (sistólica < 120 y diastólica 80mmHg), elevada (120-129 y <80mmHg), grado 1 (130-139 o 80-89mmHg) y grado 2 (≥140 o ≥90mmHg). A partir del dato obtenido, el médico diagnóstica (califica) al paciente según el grado que corresponda conforme a la rúbrica.

Quizás, el ejemplo más descriptivo es lo que sucede con el técnico responsable de la Inspección Técnica de Vehículos que utiliza diversos instrumentos de evaluación asociados a procedimientos de observación y experimentación para emitir una calificación sobre la inspección realizada al vehículo.

Cualquiera que haya pasado la ITV a su coche sabe que se empieza por medio de un procedimiento de evaluación basado en la observación en donde el técnico, conforme a una lista de control, comprueba, entre otros, si funcionan los intermitentes y el estado exterior del vehículo. Después, empieza la evaluación con el uso de diversos instrumentos de evaluación asociados a procedimientos de experimentación como el opacímetro o medidor de gases para evaluar las emisiones de escape de los vehículos, el tacómetro para medir la velocidad de ralentí del motor, el medidor de luces, el medidor de profundidad de la banda de rodadura de los neumáticos, el comprobador de suspensión o el medidor de frenos.

En el caso del opacímetro (utilizado para los vehículos de motor diésel), en función de los resultados obtenidos, el técnico de la ITV utiliza una rúbrica que puede llevar hasta cinco niveles en los siguientes grados:

  • Nivel 0 cuando el vehículo cumple con los estándares de emisiones oficiales.
  • Nivel 1 cuando se registra una opacidad mínima.
  • Nivel 2 cuando se registra una opacidad moderada.
  • Nivel 3 cuando se registra una opacidad alta que va a requerir de realizar ajustes en el vehículo.
  • Niveles 4 o 5 que presentan una opacidad alta.

Desde el nivel 0 al 2, el técnico emite una calificación de apto, mientras que, a partir del nivel 3, ya el vehículo debe ser revisado para volver a pasar una nueva inspección.

En el marco educativo, sucede lo mismo: la rúbrica es el instrumento de calificación que utiliza el profesorado para emitir una nota de acuerdo a los niveles de desempeño esperados por el alumnado en los aprendizajes competenciales que debe adquirir conforme se recogen en los criterios de evaluación asociados a las competencias específicas y clave y a sus correspondientes descriptores operativos.

Es evidente que esta rúbrica, en el marco de la evaluación formativa, puede y debe ser utilizada por el alumnado, según el nivel, para promover la competencia de aprender a aprender, pero no es el instrumento de evaluación, sino de calificación.

Por ejemplo, si un docente quiere medir el nivel de conocimientos adquiridos por el alumnado sobre las manifestaciones artísticas de su comunidad autónoma, puede utilizar un examen como instrumento de evaluación en el que el alumno va a tener que identificar el nombre, ubicación y autor de cada una de las obras de arte contempladas en el examen. El instrumento de evaluación es el propio examen, mientras que la rúbrica es el instrumento de calificación que utilizará el docente para emitir una nota en función de los niveles de desempeño previamente elaborados por aquel.

En otras palabras, reducir la rúbrica a un instrumento de evaluación es reducir a que la evaluación tiene como única función la de calificar para poner una nota.

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