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Junio, el mes clave en la recta final de las oposiciones

2 de junio de 2025

Cuando llega el mes de junio, es cuando de verdad se entra en la recta final de la preparación de las oposiciones. Salvo en la Comunidad Valenciana, donde en los últimos años se ha adelantado la fecha de la primera prueba, en el resto de comunidades no suele iniciarse hasta mediados de mes. Y de ahí la importancia de contar con un plan de actuación claro. Estos no son días para intentar acumular nuevos conocimientos, ni para adquirir ahora habilidades en la resolución de supuestos prácticos, ni para centrar todos los esfuerzos en la segunda prueba, la defensa de la programación y exposición de la unidad didáctica. No. Se trata de actuar con cabeza para evitar llegar al examen con un nivel de saturación que impida rendir como se debiera.

Es evidente que no a todos les servirá lo que planteo en este artículo. Hay opositores que siempre han preferido actuar bajo presión: los estudiantes del “último día”, que siguen repasando incluso minutos antes de comenzar la prueba por si eso último que miran “cae en el examen”. Pero en una oposición donde el temario es tan denso y las temáticas de los casos prácticos tan amplias y variadas, esa estrategia parece poco acertada. Aun así, cada cual debe actuar conforme a su propia convicción.

Algunas consideraciones a tener en cuenta en esta recta final serían:

  • Es momento de los llamados “entrenamientos de calidad”. No se trata de acumular horas por el simple hecho de estudiar más, sino de tener un plan de repaso eficaz de los temas ya trabajados. Es importante también realizar un repaso activo de los supuestos prácticos, ampliando con temáticas análogas y vinculadas a los saberes básicos o contenidos del currículo. En la mayoría de especialidades, los casos prácticos surgen de la aplicación didáctica de estos.

  • Realizar los últimos simulacros reales, pero nunca en la última semana. Hacer simulacros en estos días puede ayudar a afianzar estrategias y ganar seguridad, pero debe hacerse con cabeza. Llegar al día del examen con un exceso de desgaste es uno de los errores más comunes. Lo ideal es que no se realicen simulacros en los últimos siete días previos a la prueba.

  • Aceptar la realidad del propio proceso. No es momento de revisar lo que no se hizo. Pensar que se podría haber estudiado más o mejor ya no aporta nada. Cada opositor llega con lo que ha podido o querido trabajar. El momento de hacer balance vendrá después, una vez se conozca el resultado. Lo importante ahora es que entre los temas que se dominen salga uno que se pueda defender con solvencia, y que el caso práctico se resuelva con sentido didáctico, en el tiempo disponible y atendiendo a todos los elementos clave. La autocrítica, después; ahora, calma.

  • Cuidar el descanso, especialmente el sueño. Conforme se acerca el examen, dormir bien cuesta más. Incluso puede ocurrir que la noche anterior no se logre conciliar el sueño. No pasa nada. El nivel de activación y nervios será tal que no dormir esa noche no va a marcar la diferencia. Lo que sí importa es descansar bien en los días previos. Por eso, durante la primera quincena de junio es esencial facilitar la desconexión al final del día y propiciar un sueño reparador. Aplicar el método ReMeDe que trabajamos en la preparación puede ser un recurso muy útil en este momento.

En definitiva, la clave está en saber actuar con conciencia en los días previos, sin focalizar todo en el día del examen como si en él terminara todo. Porque, en realidad, es justo al revés: ese día es cuando todo empieza. Y también para eso hay que tener un plan.

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