Escribir bien en la oposición: clave para aprobar

Cuando te enfrentas a una oposición docente, no solo se evalúa lo que sabes, sino también cómo lo comunicas. Especialmente en la primera prueba escrita, que en muchas comunidades autónomas es leída directamente por el tribunal, cada palabra cuenta. Y no solo el contenido, sino también la forma en que lo expresas. Hay algo que no siempre se dice en voz alta, pero que pesa mucho en la balanza: una redacción clara, cuidada y sin errores transmite profesionalidad, seguridad y competencia. Mientras que un texto plagado de faltas ortográficas, incoherencias o estructuras confusas puede empañar incluso el mejor contenido. En una oposición, no estás escribiendo para ti. Estás escribiendo para que otros —que no te conocen, que te leerán con atención crítica y con muy poco tiempo— entiendan y valoren tu propuesta. Y en ese contexto, la ortografía, la puntuación, la organización de ideas y el tono no son un adorno. Son parte de tu mensaje y en muchas ocasiones objeto de penalización expresa en la calificación de la prueba.

Un tribunal que se encuentra con errores recurrentes en un tema, en un supuesto práctico o en una programación didáctica tiene argumentos objetivos para penalizarte. Pero más allá de eso, se genera una imagen: la de un opositor o una opositora que no ha cuidado los detalles, que no domina bien la herramienta principal de su profesión: el lenguaje. Esta idea de que «lo importante es el contenido» circula mucho entre opositores. Y sí, el contenido importa, y mucho, pero la forma en que lo expresas también dice algo de ti. Imagina que tu programación es clara, coherente, didáctica… pero contiene faltas de tilde, errores de concordancia o frases mal construidas. Eso no solo dificulta la lectura, sino que genera una sensación de descuido que puede condicionar toda la evaluación. Por eso, escribir bien es una responsabilidad profesional, no una cuestión estética.

Con esa convicción, he preparado un recurso sencillo, directo y útil: el Manual básico de ortografía para oposiciones docentes. No es un tratado de lingüística. Es una guía pensada para quienes se preparan para opositar y quieren cuidar su expresión escrita, evitar penalizaciones y transmitir seguridad en cada línea. Incluye las normas ortográficas más relevantes —las que suelen generar más errores— explicadas con ejemplos claros, y con especial atención al contexto docente. Además, está diseñado para que puedas consultarlo rápido, subrayar, revisar antes de entregar un tema o pulir tus textos sin perder tiempo. Lo tienes disponible en mi web, en la sección de MATERIALES, para quienes se preparan con vocación y exigencia profesional.

Dominar la expresión escrita es parte de tu preparación como docente. No solo porque te lo pide el tribunal, sino porque formarás parte de una profesión donde la palabra es una herramienta diaria, constante y poderosa. Escribir bien no es solo evitar faltas. Es comunicar con claridad, con orden y con intención educativa. Y esa competencia, como todo lo importante, se entrena. Si este manual puede ayudarte a dar ese paso con más confianza, su objetivo está cumplido.

Puedes acceder al índice del manual haciendo clic AQUÍ.

Calificar sin complicaciones: claves para saber cuándo un alumno aprueba una asignatura en la evaluación criterial

Aunque a estas alturas deberíamos tenerlo claro, todavía me sorprenden las consultas que recibo sobre la evaluación criterial, los criterios de calificación y la toma de decisiones acerca de cuándo un alumno aprueba o suspende una asignatura.

Es cierto que los distintos cambios normativos producidos a nivel curricular en los últimos años no han sido fáciles de gestionar, especialmente cuando el profesorado no ha recibido suficiente formación para aprender a relacionar los criterios de calificación con la evaluación criterial. A ello se suma el peso de la tradición, que todavía condiciona en muchos casos la forma de evaluar y calificar. Sin embargo, la evaluación criterial no es algo nuevo: ya en los currículos de 2007, derivados de la LOE, se apostaba por ella, aunque actualmente se incide aún más en la evaluación formativa.

Debemos partir de una premisa fundamental: la calificación del alumnado no surge del instrumento de evaluación, sino del nivel de logro alcanzado respecto a los aprendizajes recogidos en los criterios de evaluación de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Lo mismo ocurre en Formación Profesional, aunque en este caso se vinculan a los resultados de aprendizaje, al igual que en el resto de enseñanzas con las competencias específicas. Así, los criterios de calificación se concretan sobre los criterios de evaluación, y no sobre los instrumentos de evaluación. Aunque algunas Administraciones educativas siguen apostando por vincular instrumentos y calificaciones en las programaciones didácticas, siempre debe tenerse en cuenta que el instrumento agrupa determinados criterios de evaluación, pero no determina por sí mismo la calificación del alumnado sin considerar los aprendizajes que esos criterios recogen.

Es frecuente, fruto de la tradición, que la concreción de los criterios de calificación se realice mediante valores absolutos o relativos, especialmente en porcentajes. En este modelo, el profesorado distribuye el 100 % de la calificación entre los criterios de evaluación, ya sea de forma uniforme o variable según su autonomía pedagógica. De ahí se obtiene una calificación numérica que luego se traduce en una calificación cualitativa (insuficiente, suficiente, bien, notable o sobresaliente), conforme a lo establecido para Primaria y ESO. Sería otro tema de debate si realmente debe hacerse esa equivalencia cuando la Administración educativa autonómica no lo recoge de forma expresa, como sí sucede, por ejemplo, en la Región de Murcia, donde el profesorado debe trasladar también una calificación numérica con una finalidad meramente informativa para las familias.

Surge entonces la duda: en un modelo de evaluación criterial, donde los criterios de calificación se distribuyen en función de los criterios de evaluación, ¿puede establecerse que, si un alumno no obtiene una calificación positiva en todos los criterios de evaluación, no pueda promocionar o titular?

Esta duda no es menor, pero la respuesta es clara: no es necesario. Especialmente cuando la programación didáctica establece una concreción cuantitativa de los criterios de calificación, permitiendo alcanzar los cinco puntos (el aprobado) a partir de la calificación de los diferentes criterios de evaluación según la distribución de los porcentajes. Además, considerando los descriptores operativos del perfil de salida y el logro competencial, tampoco resulta imprescindible alcanzar una calificación positiva en todos y cada uno de los criterios.

Otra cuestión diferente se da en Formación Profesional, donde algunas Administraciones educativas sí han concretado que, por ejemplo, si un alumno no supera los resultados de aprendizaje vinculados a los criterios de evaluación de la fase de formación en empresa, no puede aprobar el módulo profesional. En este caso, la exigencia tiene más sentido, ya que el aprendizaje tiene una repercusión inmediata en el desempeño laboral, algo que no ocurre de igual manera en otras enseñanzas.

Por tanto, ante la pregunta:
¿Puede un alumno aprobar un área o materia sin haber obtenido una calificación positiva en uno o varios criterios de evaluación?
La respuesta es sí, claro que puede. Y, además, sería lo deseable, siempre que la Administración educativa no haya establecido una regulación expresa o unas orientaciones específicas que indiquen lo contrario.

La tortuga, la liebre y el Ministerio de Educación

Cuenta la conocida fábula de Esopo que una liebre y una tortuga decidieron competir en una carrera. La liebre, segura de su superioridad, se burló de la lentitud de la tortuga y salió disparada. Pero, tan confiada estaba, que decidió detenerse a dormir una siesta. La tortuga, en cambio, avanzó paso a paso, sin detenerse, hasta cruzar la meta… y ganó. Una historia con moraleja que ha servido durante siglos para ilustrar la importancia de la constancia frente a la prepotencia.

Pero vayamos a otro escenario. Uno menos bucólico y bastante más prosaico: el del Ministerio de Educación.

Desde el inicio de la actual legislatura, en noviembre de 2023, una promesa resonó con fuerza: esta será la legislatura del profesorado. Así lo afirmó la Ministra de Educación en sede parlamentaria en la Comisión de Educación del Senado, presentando a los y las docentes como el eje central del sistema, la prioridad política y educativa de la legislatura. Era un mensaje que muchos recibimos con cautela, pero también con esperanza. Después de años de reformas incompletas, de normativas solapadas, de cambios sin rumbo claro, por fin parecía que se iba a situar al colectivo docente en el centro del tablero.

Y no fue una declaración aislada. El pasado mes de octubre, concretamente el día 28, publiqué en esta misma web un análisis tras la entrevista concedida por el Secretario de Estado de Educación al diario El País. En ella, no solo se reafirmaba esa intención de priorizar al profesorado, sino que se anunciaban cambios inminentes.

Pero, medio año después, esa inminencia ha demostrado tener una elasticidad admirable.

Sí, se constituyeron los grupos de trabajo con los sindicatos. Lo conté en Instagram a principios de año. Se dividieron en varias áreas clave, entre ellas una especialmente esperada: el grupo dedicado a los sistemas de ingreso en la función docente. Un grupo que, recordemos, debe abordar temas tan fundamentales como los modelos de acceso, la tutorización de las prácticas, la iniciación profesional a la docencia o la tan esperada revisión de los temarios.

Sin embargo, ese grupo aún no se ha reunido. Su primera sesión tendrá lugar, según está previsto y anunciado por los sindicatos, a finales de este mes de abril. Cinco meses después de anunciar que los cambios eran inminentes. Tres meses después de constituir los grupos.

Y mientras tanto, la legislatura avanza. Como la liebre. Rápida en su inicio, llena de declaraciones grandilocuentes, pero ahora en pausa, durmiendo una siesta política en lo que se refiere a la mejora de las condiciones laborales del profesorado. Confiada en que aún queda tiempo, en que la carrera se gana al final.

Pero he aquí el problema: la tortuga, en esta historia, no avanza sin detenerse. Se ha quedado atascada entre papeles, calendarios, grupos de trabajo y promesas repetidas. Y cada día que pasa sin tomar decisiones efectivas hace que aumente la distancia entre los discursos y la realidad. Entre las necesidades urgentes del sistema educativo y los tiempos lentos de la Administración.

La pregunta, entonces, no es solo si la tortuga logrará alcanzar a la liebre. Es si la carrera llegará siquiera a terminarse. Porque si la legislatura no llega a los cuatro años —y en política todos sabemos que las sorpresas están a la orden del día— puede que, cuando se convoquen elecciones, la anunciada reforma se haya quedao, una vez más, en una mera declaración de intenciones.

Y así, una vez más, el profesorado vuelve a ser protagonista… de los discursos. Porque en los hechos, seguimos esperando. Pacientes. Constantes. Como la tortuga.

Un duro golpe a la expectativa de fijeza sin oposición

Un duro palo para buena parte del profesorado interino que ha vivido con la esperanza —alentada durante años— de que llegaría el día en que la Justicia sentenciaría que la Administración educativa estaría obligada a convertir en funcionario de carrera a todo aquel que encadenase años de interinidad, sin necesidad de pasar por un proceso selectivo. Esa esperanza se apoyaba en la Directiva 1999/70/CE y en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que sí ha permitido medidas de fijeza en otros ámbitos de la función pública. Pero la Educación es otra historia.

La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, en su sentencia n.º 196/2025, de 25 de febrero, ha sido clara y contundente: no cabe la conversión automática del personal interino docente en funcionario de carrera, aunque se acredite un uso abusivo de la temporalidad.

El caso analizado es el de un profesor interino de Francés del Cuerpo de Secundaria que llevaba concatenando nombramientos en el mismo instituto desde 2015. Su pretensión era clara: ser reconocido como funcionario de carrera, o al menos como fijo equiparable, alegando abuso por parte de la Administración. El Supremo ha desestimado rotundamente esta posibilidad.

¿El motivo? La Constitución

El argumento central del Tribunal no deja espacio a dudas. El presidente de la Sala lo expresa así:

“En el caso de España, el impedimento que advertimos no es de mera legalidad, sino de constitucionalidad. Admitir la conversión pretendida supondría, no ya una decisión contra legem, sino contra Constitutionem. Vulneraría elementos esenciales de la configuración de la función pública dispuestos por el constituyente…”

Y por si alguien albergaba esperanzas en lo dictado por la reciente sentencia del TJUE de 13 de junio de 2024, el propio Supremo aclara que:

“En ella no se dice que la conversión en funcionario de carrera o equiparable sea una medida exigida por la cláusula quinta del Acuerdo Marco, sino que puede serlo, pero siempre que no se oponga a ella el Derecho nacional”.

Esto es algo que ya advertimos en este blog en un artículo publicado el 17 de junio de 2024 (puedes leerlo aquí), lo cual generó no pocas críticas. Sin embargo, la realidad jurídica acaba imponiéndose: no es posible esa conversión automática.

El Supremo lo resume así:

“Nuestro Derecho (…) no permite convertir al personal temporal (…) sin que se sigan procedimientos fundamentados en los principios constitucionales de mérito, capacidad e igualdad”.

¿Y ahora qué?

Es probable que, incluso después de esta sentencia, sigan existiendo voces que defiendan la existencia de fraude de ley, que exijan al Estado el cumplimiento literal de la Directiva de 1999, o que esperen una sentencia salvadora que obligue a la conversión automática de interinos en funcionarios de carrera.

También habrá profesionales del derecho que mantengan estos argumentos, algunos quizá con buena fe, otros aprovechando la confusión para alimentar expectativas y hacer negocio.

Pero la evidencia jurídica es ya tan clara como contundente: quien quiera convertirse en funcionario de carrera docente, debe superar un proceso selectivo. Uno que, si incluye fase de oposición, requiere estudio, dedicación, esfuerzo… y sí, también un poco de suerte.

Lo evidente no necesita demostración —aunque siempre haya quien lo discuta—, pero negar lo obvio no lo hace menos cierto. Y la sentencia lo expresa con meridiana claridad:

“No cabe en ningún caso la conversión de la relación temporal en nombramiento como empleado fijo o equiparable…”

Para quienes aún tengan dudas, pueden consultar directamente el texto completo de la sentencia haciendo clic aquí.

Cómo gestionar el tiempo en la prueba escrita del tema en las oposiciones docentes

En una oposición, como en cualquier examen al que nos hemos enfrentado a lo largo de nuestra trayectoria académica, uno de los mayores desafíos es la gestión del tiempo. Las pruebas tienen una duración limitada y, si no fuera así, sería mucho más sencillo demostrar lo que realmente sabemos o recordamos, sin el estrés añadido del cronómetro. Por eso, aprender a gestionar el tiempo es un factor de primer orden en la preparación. Porque no se trata solo de cuánto sabemos, sino de cuánto somos capaces de plasmar por escrito en el tiempo disponible.

Esta gestión se entrena a partir de dos principios fundamentales. El primero: tener una estrategia clara sobre qué escribir. En las oposiciones de ingreso a los cuerpos docentes no se redacta un tema cerrado, sino que partimos de unos enunciados oficiales que dan lugar a los epígrafes principales a desarrollar. El segundo principio: conocer cómo distribuir el tiempo entre las distintas fases que componen la ejecución del ejercicio escrito.

Para lo primero, es esencial ponerse en la piel del tribunal y comprender los criterios con los que evalúa. Conocer los entresijos del funcionamiento interno de un tribunal marca la diferencia. No es casualidad que un funcionario de carrera que ha formado parte de un tribunal afronte con ventaja un futuro proceso selectivo: sabe con certeza qué se valora. Lo mismo ocurre con quienes preparamos oposiciones: la perspectiva cambia por completo cuando se ha vivido esa experiencia desde dentro.

Respecto a la distribución del tiempo, conviene tener previamente elaborado un listado de preferencias de temas. Esto permite tomar decisiones rápidas y eficaces en el momento del sorteo. Dejar esa elección para el último instante, sin una reflexión previa, no es recomendable: el tiempo que se emplea en decidir se pierde para escribir.

Antes de lanzarse a redactar, es muy útil dedicar unos minutos a realizar un esquema en sucio. Ordenar las ideas es esencial, incluso aunque el tema se tenga muy reciente. Siempre recomiendo este paso: es como hacer la lista de la compra antes de salir. Aporta seguridad, estructura y evita que olvidemos puntos clave. Entre la elección del tema y la elaboración del esquema, no deberíamos invertir más de ocho minutos.

A partir de ahí comienza el desarrollo del tema. Aquí es fundamental tener automatizada la estructura: introducción, epígrafes principales para el desarrollo, conclusión y, por último, bibliografía o referencias. Este último aspecto merece un artículo aparte para abordar cuántas y cuáles incluir según el enfoque del tema.

Esta fase central debería ocupar unos 100 minutos, pudiendo extenderse como máximo hasta los 105.

El tiempo restante ha de destinarse a una breve desconexión antes del repaso final. Esta lectura atenta de lo escrito es clave para detectar errores y evitar faltas de ortografía que puedan penalizar la calificación. Dedicar uno o dos minutos a mirar al horizonte, tomar aire y después leer lo redactado con calma puede marcar la diferencia, especialmente cuando entre los criterios de evaluación se contempla expresamente la penalización por errores ortográficos.

En definitiva, se trata de una estimación que requiere práctica. Por eso es tan importante incorporar simulacros a la preparación, en condiciones lo más similares posible a las del día del examen. Abril es un mes clave: se recomienda hacer al menos un simulacro cada quince días. En mayo, lo ideal es uno por semana, a la misma hora que se celebrará la prueba. Y, por último, conviene dejar una semana libre de simulacros antes del examen real, para evitar llegar saturados al día que de verdad cuenta.

Desmontando el «efecto llamada» en Andalucía

Si hay algo que no se recupera, es el tiempo. Así concluía el artículo publicado en este blog el pasado 4 de marzo, titulado Una convocatoria de oposiciones del Cuerpo de Maestros inédita en Andalucía: impacto y consecuencias. En él, analizaba la singularidad de la convocatoria andaluza de oposiciones para el Cuerpo de Maestros de este verano, así como el impacto y las reacciones que suscitó. Dicha movilización, sin embargo, tuvo una repercusión más virtual que real en términos cuantitativos y en sus consecuencias efectivas de cara a la oposición.

Desde el principio, consideré improbable que Andalucía tomara esta decisión, ya que suponía un escenario sin precedentes que en mis veinte años como preparador de oposiciones nunca se había producido. No obstante, la realidad ha demostrado dos cosas: en primer lugar, que mi pronóstico era erróneo; en segundo lugar, que el número de aspirantes admitidos provisionalmente respalda la postura de la Administración educativa andaluza y de las organizaciones sindicales que apoyaron la convocatoria, al confirmarse que no se ha producido el temido «efecto llamada». Esta posibilidad ya se contemplaba en el artículo anterior, pero los datos y los análisis realizados por las organizaciones sindicales del ámbito educativo en Andalucía evidencian que no ha ocurrido. Más aún, no solo no se ha generado dicho efecto, sino que la ratio de aspirantes por plaza es una de las más bajas registradas en el Cuerpo de Maestros en los últimos años. En algunas especialidades del Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria, incluso, es probable que queden plazas desiertas, con ratios de una plaza por cada dos aspirantes.

En concreto, según datos de ANPE Andalucía, las ratios de aspirantes por plaza en las distintas especialidades del Cuerpo de Maestros son las siguientes:

Estas cifras reflejan unas condiciones extraordinariamente favorables, que ponen aún más de relieve la importancia de aprovechar el tiempo de preparación de manera eficaz.

Durante este período de incertidumbre, tanto los sindicatos como las academias y preparadores han afrontado presiones y confrontaciones por parte de quienes se oponían a la convocatoria. Sin embargo, pese a estas dificultades, muchos de ellos continuaron con su labor, respaldados por opositores y opositoras que confían en su honestidad y transparencia. Entre estos profesionales, considero imprescindible destacar a dos referentes en la preparación de oposiciones en Andalucía con quienes mantengo una excelente relación y una colaboración constante en aras de la mejora continua: Alba, de Oposiciones Navaranda, y Miguel y Pablo, de Oposiciones PG. Compararlos es como juntar a Coca-Cola y Pepsi en un mismo anuncio, pero mi reconocimiento y admiración por su labor son sinceros y merecidos por eso destaco la magnífica labor que realizan que viene avalada por todos aquellos que confían en sus buenos equipos y metodología de trabajo.

Ahora, con este panorama ya definido, solo queda afrontar las semanas finales hasta el día de la prueba con determinación y confianza. Asimismo, es fundamental que la Administración educativa andaluza adopte medidas acordes con la elevada tasa de interinidad existente, apostando por su reducción mediante la convocatoria de oposiciones para el Cuerpo de Maestros en 2026. De este modo, se lograría un calendario más alineado con el de las comunidades autónomas sin lengua cooficial, asegurando una mayor estabilidad en el sistema educativo y evitando que se pudiese producir un «efecto llamada» a la inversa en 2026.

Cómo defender la programación didáctica en la oposición: claves para una estrategia efectiva

La defensa de la programación didáctica es, sin duda, la parte más predecible de toda la oposición. Sin embargo, esto no significa que esté exenta de dificultad, especialmente en lo que respecta a la distribución del tiempo entre los distintos apartados.

En términos generales, el tiempo disponible para la defensa es limitado y, como explicamos en nuestro curso de programación didáctica y unidades didácticas, no se trata simplemente de una exposición, sino de una defensa, con las diferencias que ello implica. Si fuera una exposición, bastaría con verificar si es posible presentar todos los apartados en el tiempo estipulado. Pero la realidad es que no lo es. Si tienes dudas, te animamos a hacer la prueba.

Por ello, es imprescindible contar con una estrategia que permita gestionar eficazmente el tiempo, priorizando los apartados más relevantes sin dejar de abordar todos los aspectos clave de la programación didáctica. El tribunal evaluará cada detalle, y un planteamiento racional marcará la diferencia en la calificación de esta parte de la segunda prueba.

¿En qué apartados centrarse?

Uno de los elementos que mejor refleja el perfil docente del aspirante es la distribución temporal de los elementos curriculares, en especial los contenidos o saberes básicos organizados en unidades de programación. Dependiendo de la enseñanza y la convocatoria, estas pueden ser unidades didácticas, situaciones de aprendizaje o unidades de trabajo. Esta distribución debe ser coherente, justificando su estructura con criterios pedagógicos sólidos que el tribunal valorará positivamente.

La metodología también juega un papel fundamental, aunque suele ser más desarrollada en la exposición de la unidad de programación posterior a la defensa. En cambio, la evaluación del aprendizaje del alumnado es un apartado especialmente complejo. En muchos casos, los opositores incluyen tablas detalladas sobre la ponderación de los criterios de calificación, las medidas de recuperación y la referencia a los instrumentos de evaluación. Todo esto resulta difícil de exponer sin apoyo visual, lo que hace que la evaluación sea un apartado crítico en la defensa.

Aquí es donde muchos aspirantes caen en el error de intentar realizar una exposición detallada en lugar de una defensa argumentada, lo que les hace perder tiempo y restar atención a otros aspectos clave, como la atención al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.

Claves para una defensa efectiva

Uno de los errores más comunes es convertir la defensa en una mera lectura del documento entregado al tribunal o en una exposición centrada casi exclusivamente en la normativa. Para evitarlo, es fundamental contar con un plan estratégico que permita estructurar la defensa de manera efectiva, destacando los pilares sobre los que se sostiene la programación didáctica.

Nuestra recomendación es diseñar un guion ajustado a los criterios de valoración del tribunal y al tiempo disponible, asegurando que cada apartado tenga el protagonismo que merece. Aplicar la estrategia tED, con la que preparamos a nuestros opositores, puede ser clave para lograr una defensa sólida, convincente y y con coherencia didáctica.

Una buena planificación puede marcar la diferencia entre una defensa apresurada y una que realmente refleje el perfil docente del aspirante. La clave está en argumentar con criterio, priorizar los aspectos esenciales y demostrar, con solvencia, la capacidad para gestionar la enseñanza de manera eficaz.

Cómo integrar la inteligencia artificial en tu exposición oral: ejemplos prácticos para brillar ante el tribunal

Nadie puede negar que vivimos tiempos de cambios profundos en el ámbito educativo, marcados por la irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa. Si bien es cierto que no ha reemplazado la labor del docente, sí está transformando la manera en que afrontamos la evaluación del alumnado, especialmente en los niveles superiores. Al mismo tiempo, representa un recurso valioso para el profesorado en la preparación de sus actividades lectivas.

Como toda nueva herramienta, la IA genera expectación, junto con sus ventajas y riesgos. Esta realidad se refleja en la creciente demanda de formación docente, donde la inteligencia artificial ocupa un lugar destacado en las actividades formativas.

En el contexto de una oposición, la IA será, sin duda, un tema relevante. Por ello, el aspirante no debería dejar pasar la oportunidad de abordarlo, pero ¿cómo hacerlo?

Existen diversas maneras de integrar esta temática, dependiendo de la especialidad y el momento adecuado para tratarla. Una opción es incorporarla en la exposición de la unidad didáctica o situación de aprendizaje, según lo estipulado en la convocatoria. No obstante, uno de los momentos más estratégicos para mencionarla es en la conclusión final, pues la IA es un tema que ocupa y, en cierta medida, preocupa al profesorado.

Por ello, he preparado cinco textos que pueden servir como epílogo final, con el objetivo de resaltar que, por encima de todo, la labor del docente siempre prevalecerá, estableciendo así una conexión emocional con los miembros del tribunal.

Ejemplo n.º 1

La inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa, pero nunca podrá reemplazar la calidez y la empatía que un docente brinda a sus alumnos. La conexión humana es insustituible y esencial para el desarrollo integral del alumnado.

Ejemplo n.º 2

Como docentes, no solo transmitimos conocimientos, sino que también inspiramos, motivamos y guiamos a nuestros alumnos y alumnas. La inteligencia artificial puede asistirnos, pero nunca podrá replicar la pasión y dedicación que ponemos en nuestra labor diaria.

Ejemplo n.º 3

La inteligencia artificial puede ofrecer respuestas rápidas, pero no puede escuchar con el corazón ni entender las emociones de un estudiante. Los profesores y las profesoras somos quienes brindamos apoyo emocional y construimos relaciones de confianza que son fundamentales para el aprendizaje.

Ejemplo n.º 4

La enseñanza es un arte que va más allá de la mera transmisión de información. Es la capacidad de adaptarse a las necesidades individuales de cada alumno y alumna, algo que la inteligencia artificial no puede lograr. Nuestra labor es única y esencial.

Ejemplo n.º 5

La inteligencia artificial puede ser una aliada en el aula, pero nunca podrá reemplazar la inspiración y el ejemplo que los profesores representamos para nuestros estudiantes. Somos modelos a seguir y guías en su camino hacia el futuro.

La estrategia en la defensa de la programación didáctica: un ejemplo real de venta del producto

La defensa de una programación didáctica es un proceso crucial que requiere el uso de estrategias adecuadas y técnicas precisas, adaptadas a lo que cada aspirante desea transmitir al tribunal. Esta fase es la más importante de la segunda prueba y, sin embargo, a menudo no se le presta la atención que merece. En muchas ocasiones, dedicamos más tiempo a perfilar los aspectos normativos del documento que vamos a entregar, en detrimento de la preparación de la defensa oral ante el tribunal. Esta defensa requiere una preparación específica y meticulosa para poder presentar nuestra programación didáctica como la mejor opción. Al final, se trata de eso: de vender nuestra programación como la más destacada entre el resto de aspirantes.

Recientemente, para todos aquellos que seguís mi perfil en redes sociales (@frannortes en Instagram), habréis visto que he anunciado la apertura de grupos de preparación para las oposiciones del Cuerpo de Maestros para el curso 2025-2026. Estas especialidades incluyen Educación Infantil, Educación Primaria, Inglés, Francés, Educación Física y Audición y Lenguaje. Aunque el anuncio oficial se realizó hace una semana, durante los diez días previos estuve creando expectación con publicaciones sistemáticas y estudiadas. Mi objetivo era doble: atraer a la audiencia hacia el producto que iba a ofrecer y generar expectación.

Para lograrlo, utilicé lo que se conoce como "anclaje emocional", un recurso que permite conectar con las emociones de los seguidores. Previamente, analicé el perfil de edad mayoritario de mis seguidores y, ante la gran cantidad de publicidad de academias y preparadores que se ofrece en estas fechas, ideé una campaña basada en este anclaje emocional. ¿Qué es lo que nos puede unir a los potenciales alumnos y alumnas? Sin lugar a dudas, las series y películas que evocan su etapa infantil, adolescente y juvenil. A partir de ahí, hice una selección específica y dosifiqué las publicaciones para que el algoritmo actuara a mi favor. El resultado ha sido espectacular, como lo demuestra la gran cantidad de solicitudes de reserva de plaza que hemos recibido en la primera semana y las métricas que nos ofrece la aplicación.

Además, es fundamental entender que la defensa de la programación didáctica no solo se basa en el contenido, sino también en la forma en que se presenta. La comunicación verbal y no verbal juega un papel crucial en la percepción del tribunal. Por ello, es esencial practicar la exposición, cuidar el lenguaje corporal y utilizar recursos visuales que refuercen nuestro mensaje. Una buena defensa debe ser clara, concisa y convincente, captando la atención del tribunal desde el primer momento.

Por último, quiero destacar la importancia de la autoconfianza y la gestión del estrés durante la defensa. Es normal sentir nervios, pero con una preparación adecuada y técnicas de relajación, podemos controlar esos nervios y convertirlos en una energía positiva que nos impulse a dar lo mejor de nosotros mismos. En nuestros cursos, no solo nos enfocamos en el contenido, sino también en el desarrollo de habilidades personales que son clave para el éxito en la defensa de la programación didáctica.

¿Qué quiero decir con esto? Que la defensa de la programación didáctica debe prepararse desde una visión estratégica clara y con técnicas precisas. Estas son las mismas técnicas que explicamos en el curso de diseño de la programación didáctica y unidades didácticas para Secundaria y Formación Profesional, y que pondremos en marcha en la preparación de las oposiciones de las especialidades del Cuerpo de Maestros del próximo año.

¿Lo ves? He vuelto a captar tu atención vendiéndote el producto, y con el tribunal hay que actuar exactamente igual para conseguir el éxito en la prueba.

Una convocatoria de oposiciones del Cuerpo de Maestros inédita en Andalucía: impacto y consecuencias

Por primera vez desde 1982, año en el que la Junta de Andalucía adquirió las competencias en materia de personal docente mediante la aplicación del Real Decreto 3936/1982, de 29 de diciembre, sobre el traspaso de funciones y servicios de la Administración del Estado a la Comunidad Autónoma de Andalucía en materia de educación, se ha producido una situación inédita: la convocatoria de oposiciones para el ingreso en el Cuerpo de Maestros en un año en el que la mayoría de las administraciones educativas, en territorios sin lengua oficial como requisito específico, han decidido no convocarlas.

Además, el elevado número de plazas ofertadas convierte a Andalucía en una de las comunidades autónomas más atractivas para quienes aspiran a obtener una plaza como funcionario de carrera en el Cuerpo de Maestros.

La Orden de 21 de febrero de 2025, que regula esta convocatoria, ha generado controversia debido al posible «efecto llamada» que podría atraer a aspirantes de otras comunidades autónomas, especialmente las limítrofes, al no existir un requisito lingüístico que limite el ingreso en el Cuerpo de Maestros.

Cabe destacar que la decisión de la Administración educativa andaluza es completamente legítima, más aún si se considera que el Gobierno autonómico está sustentado por el grupo parlamentario del Partido Popular, que obtuvo en las elecciones de 2022 un respaldo del 43,11% del electorado, lo que se tradujo en 1.589.272 votos, casi el doble que la segunda fuerza parlamentaria, el PSOE, que obtuvo 888.325 votos. Por lo tanto, no cabe discusión sobre la legitimidad de la medida, que cuenta con el apoyo mayoritario de la ciudadanía andaluza.

Sin embargo, esta decisión no ha caído bien en una parte significativa del profesorado interino que se ha opuesto a la decisión realizando movilizaciones en contra de esta convocatoria de oposición en el Cuerpo de Maestros. Motivos no sobran por el probable «efecto llamada» que esta oposición pueda producir de aspirantes maestros y maestras de otros territorios, sobre de las comunidades autónomas limítrofes. Ahora bien, lo que no comparto es el argumento de que esto va a colapsar las listas de interinos porque estas ya están colapsadas y porque el fin último de una Administración no es promover el empleo temporal, sino reducirlo. El mismo motivo por el que un sindicato de enseñanza no se puede oponer a esta decisión del elevado número de plazas que salen a oposición. Otra cosa es que la convocatoria sea a destiempo y eso trato de desarrollar en las siguientes líneas.

Desde esta perspectiva, la decisión de la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional supone un cambio de escenario que no solo afectará al proceso selectivo de 2025, sino que también alterará el calendario respecto a otras comunidades autónomas que se encuentran en una situación similar en cuanto a la ausencia de requisito lingüístico. Especialmente en relación con comunidades limítrofes como Extremadura, Castilla-La Mancha y la Región de Murcia, cabe preguntarse: ¿no se producirá en 2026 un «efecto llamada» inverso, con opositores andaluces desplazándose a estos territorios? No es un escenario improbable, sobre todo teniendo en cuenta que la Región de Murcia ya ha anunciado una oferta histórica de empleo docente en el Cuerpo de Maestros para el año 2026.

Es cierto que la actual convocatoria andaluza incluye plazas derivadas de la Oferta de Empleo Público de 2022 y que el Estatuto Básico del Empleado Público, en su artículo 70, establece un plazo de tres años para ejecutar dicha oferta mediante una convocatoria. Sin embargo, este plazo no obliga a celebrar inmediatamente el proceso selectivo. De hecho, se podría haber optado por convocar las oposiciones sin celebrarlas hasta 2026, como ha sucedido con el Cuerpo de Maestros en Cantabria, donde la convocatoria y el proceso de inscripción se realizó con un año de antelación. Esta alternativa habría permitido una mayor coherencia con el resto de administraciones educativas que han decidido no convocar oposiciones para este cuerpo en 2025 porque no nos olvidemos que los opositores que procedan de otras provincias y consigan plaza, con los años, es muy probable, que opten por volver a sus territorios mediante concurso de traslados o, en su caso, mediante comisiones de servicios intercomunitarias lo que a la larga generará más inestabilidad en las plantillas. No solo en Andalucía, sino que lo mismo puede suceder en las CC. AA. que celebren sus oposiciones del Cuerpo de Maestros en el año 2026 con los aspirantes de Andalucía que opten en ese año por acudir a otras comunidades autónomas en las que no exista el requisito lingüístico del idioma.

Lo que es indudable es que la Consejería ha querido evitar cualquier riesgo de impugnación, asegurando que la Orden de 21 de febrero de 2025 cumple estrictamente con lo establecido en el Real Decreto 276/2007. Tanto es así que, en la segunda prueba del proceso selectivo, se ha optado por la exposición de una unidad didáctica, a pesar de que la normativa curricular autonómica ha sustituido estas unidades por situaciones de aprendizaje como unidades básicas de programación.

Según el Informe 2024 sobre el estado del sistema educativo. Curso 2022-2023, publicado por el Consejo Escolar del Estado en el pasado mes de diciembre, Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de profesorado en Enseñanzas de Régimen General. En concreto, cuenta con 141.228 docentes con lo que la decisión del Gobierno andaluz no es un asunto menor, sino de una enorme relevancia para los aspirantes a una de las plazas convocadas por el Gobierno de Andalucía.

Ante todo esto, solo cabe demandar a la Administración educativa andaluza un calendario de procesos selectivos del personal docente a medio plazo, coherente, planificado y con visión estratégica como hace la Consejería de Educación y Formación Profesional de la Región de Murcia que firma con los sindicatos acuerdos a tres años vista sobre los cuerpos en donde se van a celebrar oposiciones. La única verdad es que ahora solo existe una realidad para los aspirantes: no darle más vueltas y asumir la realidad para poder afrontar esta oposición con las mejores garantías porque si hay algo que no se recupera es el tiempo, el tiempo tan necesario para llegar al próximo mes de junio en las mejores condiciones posibles.